El Boleto de Su Vida

 
 
Un vale premiado, un ticket con regalo, eso tenían entre sus manos.

Ahora podrían comprar una casa, pequeña, de una planta, con el jardín suficiente para hacer una piscina y disfrutar de un porche con mesa para diez o doce donde juntarse a comer con su gente.

Sería el momento de formar esa familia propia que tanto anhelaban. Tener una niña, de ojos grandes, como su madre y sonrisa picarona, como su padre.

Ya no tendrían más tardes tristes, acurrucados en sus sofás de dos plazas que no les permitía estirarse. Tendrían uno enorme y cómodo, para ver películas tendidos juntos, cuando fuera lloviese sin piedad. 


Encargarían un dormitorio romántico y divertido, donde revolcarse juntos y disfrutar de su pasión, fruto del amor.

Viajarían a tierras cálidas para descansar y disfrutar del buen tiempo y la playa. Conocerían nuevas culturas de las que arrancar sensaciones, pensamientos y diálogos hasta el amanecer de los próximos años. .

Un regalo de la vida, para rehacer sus pedazos, recomponiendo a su antojo y diseñando el futuro a su gusto. Lo que siempre habían soñado.



Y se conocieron. Estaban tan entusiasmados imaginando que no se dieron cuenta que el boleto se estaba deteriorando. Que sus sueños se desvanecían entre sus manos, porque no solo es cuestión de que te toque, sino de que lo cuides para que no se estropee.


No lo hicieron, ni se habían planteado que aquello pudiera ocurrir. Cuanto más se entusiasmaban con ideas futuras, menos vivía el presente.


Dejaron de cuidarlo, de mimarlo y sin darse cuenta hasta de amarlo. El gran valor que tenía se había evaporado. Ya no quedaba nada. Su amor se esfumó. Lo gastaron de tanto soñarlo.



A sus Treinta y Tantos... Ella no lo soportó y Se fue. 
A sus Treinta y Tantos... Él no lo soportó y Empezó a soñar otra vez.


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