Una Noche


Berta encendió el ordenador y se conectó, como hacía casi todos los días. Al otro lado de su ventana al exterior estaba Fabián, un chico de otra ciudad sin planes para la noche, pero con ganas de salir del hotel. Tras un rato de conversación amena, a ella se le ocurrió que podría bajar a tomar algo con sus amigos. Saldrían a cenar y tomar alguna copa. El se animó ante la invitación. En un rato se verían en el sitio concertado. Se podrían cara a las sensaciones que provoca una conversación con un desconocido. Ojalá no me arrepienta, pensó.


Mientras, aprovechaba para saludar a un conocido, con el que una noche compartió sábanas, pero sin obligaciones de llamarse mañana. Él también saldría y pensaron en tomar la penúltima copa juntos.


Llegada la hora, tras la ducha, el maquillaje y la prueba de varias opciones de ropa, Berta estaba lista para salir de fiesta.


A la hora pactada, Fabián llegó. Se presentaron formalmente y se sentaron a cenar con Valeria. La charla fue amena, él contaba su vida y peripecias y ellas se miraban cómplices, pues el chico estaba resultando muy agradable y no tendrían que lamentarse de haberlo invitado. Muy caballeroso, pagó la cena y se fueron a tomar una copa al local más de moda de la ciudad.


Estaba lleno hasta la bandera, y tras pedir la primera copa, Fabián se tropezó con una morena que lo cautivó y allí se quedó con ella, incluso cuando sus nuevas amigas decidieron cambiar de sitio. Nunca más se supo.


Varios locales y copas después, las chicas entraron en una discoteca. De camino, Valeria quedaba allí con un amigo y Berta recibía la llamada de la penúltima copa. Al llegar, vió a su cita rondando a otra chica. No le dio importancia, si él tenía planes no sería ella quien se los cortase, así que ni se acercó a saludar. Dejándole su espacio.


Un rato más tarde, y tras varios calentones y lenguetazos con la muchacha a la que había encandilado, se acercó a Berta. Y le dijo: como me dijiste que si iba muy borracho no te hablase… Ella calló para no contestarle: pensé que no me hablabas porque tenías la lengua ocupada en otra cosa. La verdad es que ante tal salida…se merecía que lo invitasen a una copa. Vaya crack!!!


Se ve que en aquel momento él había decidido que ya no quería más chica nueva y prefería repetir entre las sábanas de Berta.

No es lo mismo no tener exclusividad, que ser el segundo plato de nadie. Y esa noche, el muchacho aprendió la diferencia.


Fotografías de Cris Camba y Francisco Toba

3 comentarios:

  1. Hay que dejar las cosas muy claras, ¿verdad?

    Besicos

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  2. Segundos afuera. La diferencia la puso ella...

    Saludos muchos.

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  3. Pues si que le hacia falta...

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