Desde pequeña, mis padres dedicaron mucho tiempo a enseñarme a no perder nunca el control sobre mí misma.
Siempre he sido muy razonable, con las consecuencias sobre mis actos bien presentes.
Todo muy claro, sobre cómo debía ser, qué debía hacer en cada momento, cómo comportarme…
Todo muy claro, sobre cómo debía ser, qué debía hacer en cada momento, cómo comportarme…
Y me he dado cuenta de que mi yo racional no deja espacio a la locura.
Me ha costado años conseguir perder, muy muy de vez en cuando, un poco el control. Todavía hoy, a mis treinta y tantos, me cuesta echarle un poco de corazón a tanta razón que me domina.
Me ha costado años conseguir perder, muy muy de vez en cuando, un poco el control. Todavía hoy, a mis treinta y tantos, me cuesta echarle un poco de corazón a tanta razón que me domina.
Fotografía de Lourdes Cancela
Esa dosis de "locura" es la que nos hace "volar". Y ya te has dado cuenta que no todo lo razonable es razonable...
ResponderEliminarSaludos a tus maravillosos Treinta y tantos.
No sé que es peor... Yo, sin embargo, suelo ser bastante irracional y sentimental. Y eso también tiene un precio que pagar...
ResponderEliminarMe siento identificado:)
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