Marcos es como el Guadiana, que aparece y desaparece. Pueden pasar días y días, incluso meses sin que se vean, ni hablen, y cuando quedan es como si no hubiese pasado tiempo. Es una complicidad extraña la que les une, quizás fruto de los secretos que comparten.
Es como tener un novio de alquiler, por horas.
Salen a tomar unas cañas, pican algo para cenar, un paseo y al volver a casa una peli cualquiera les acompaña entre conversaciones, risas y carantoñas de sofá.
Tan cariñoso como golfo, Marcos consigue siempre que Patricia se encuentre a gusto con él. Nunca hay reproches, ni explicaciones, sólo el deseo de vivir las horas ideales de cualquier pareja, pero sin compromisos, sin exclusividades, aprovechando el momento.
Por la mañana, después de un despertar cálido y sin haber dejado enfriar las sábanas, como si de dos recién enamorados se tratase, vuelven a enredarse entre caricias. Mientras el reloj se aproxima minuto a minuto a la hora del hasta luego.
Desayuno, ducha y la despedida. Tras ella se acaba el plazo de alquiler. Cada uno vuelve a su vida, a su rutina, a su mundo.
Pero y si un día el alquiler trae opción de compra?
No hay opción de compra, esta gente no quiere ser comprados, al menos no por la persona con la que se alquila...
ResponderEliminarBesicos
Normalmente llega un momento en el que uno de los dos siente el deseo de tener casa propia, pero igual la buscan en otros barrios.
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