San Valentín



Llegados los Treinta y Tantos mi grado de paciencia y tolerancia a la estupidez ha llegado a un límite.

Si a esto le añadimos que mi nivel de romanticismo (que nunca ha sido mucho) y mi reconocimiento de “seres especiales” podría decir que hace justamente dos años que enterré en un baúl con doble cerradura… el coctel molotov de la aquí escribiente, como princesita, ha estallado.

Tengo un amigo que dice que para encontrar a mi príncipe tengo que besar muchos sapos. Y yo lo que pienso es que en el pueblo, de toda la vida, a los sapos se les ponía un cigarrito en la boca para que hincharan y explotaran. (una aberración, pero así se hacía antes de que existiese el movimiento por los derechos de los animales)

En resumen, que no hago otra cosa que encontrarme con sapos, que con beso o sin el, no se convierten en príncipes. Y acabo teniendo que ponerlos a fumar.

Así una no puede ser romántica y celebrar San Valentín como sea que se celebre!






2 comentarios:

  1. Me he visto reflejada en cada verso y eso que ya he pasado hace rato mis teinta y tantos...en fin los sapos no dejan de existir.
    Lo que si han desparecido son los príncipes.
    Cariños...

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  2. Directamente para mi San Valentín no existe. Puede que porque nunca lo haya saboreado o porque cada vez que me miro en el (puto) espejo me recuerdo a mi mismo el porqué San Valentín no existe.

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